La
historia no es caletre, es vivencia, por Rafael A. Strauss K. Publicado en Expresión, Año 2, No. 11, p. 17, Villa
de Cura, noviembre-diciembre 1983.*
En
varios pueblos de Venezuela ha venido ocurriendo algo interesante: mucha de su
población joven se ha armado de grabadores, cuadernos, cámaras fotográficas de todo tipo y
otros aditamentos para recoger de la gente mayor sus recuerdos y vivencias
sobre su pueblo y para fotografiar, filmar, pintar, dibujar casas, calles,
personajes, lugares y sitios. Otros, además, han decidido registrar no sólo lo pasado
sino también hechos cotidianos y acontecimientos del presente, como
inauguraciones, visitantes, festivales artísticos populares, hechos
curiosos, etc. Es decir: mucha gente, sin ser historiadores ni periodistas ni
artistas titulados, ha decidido recoger material para mostrar la
historia de su pueblo. Creo que esta acción no sólo es válida; es también necesaria.
Válida porque es una manera de llenar los sensibles vacíos que tiene hoy en
día la historia nacional al haber ignorado en su contenido al pueblo. Dicha
historia se ha regido siempre por la presencia augusta de los héroes, por la
celebración de batallas, por las grandes fechas o momentos históricos, de tal
manera, que tales cosas han venido a ser como indicadores de la importancia o
no de nuestros pueblos. Si en un pueblo no ocurrió algo considerado importante,
o no hubo allí batallas, o el abrazo de héroes, o la firma de un tratado, o por
allí no pasó alguno de nuestros héroes nacionales, ese pueblo, entonces, no es
importante, según la "historia oficial".
Pero
la historia no es sólo batallas, ni héroes, ni fechas importantes. Son historia
todas las cosas que los seres humanos han hecho; lo es su historia prehispánica o precolonial, en el
caso de los pueblos de Venezuela, y de América; su fundación, la vida diaria que se fue
conformando, hasta ahora; la creatividad y creaciones de la gente en su
pintura, su música, su poesía, su prosa...; las ideas, comentarios y afines puestos en las paredes o
en las puertas de baños públicos; los nacimientos, bautizos, confirmaciones, 15 años, matrimonios y muertes; lo es también la migración;
también divorcios y vida religiosa; gobernantes, alcaldes, sacerdotes, sus
ideas; congregaciones, procesiones, celebración de fiestas a los
santos y santas; otros cultos; rencillas entre familias; posesiones de tierra y sus
linderos; características psicológicas de los pobladores; cantidad de aparatos
de radio, tv.; prensa, colegios de secundaria, primaria, superior; fábricas,
salarios, huelgas, contratos colectivos; es historia todo cuanto tiene que ver
con todo lo que hace y/o deja de hacer el ser humano, ubicado en un espacio y
tiempo determinados, y todo conectado con las grandes instancias de la cultura:
lo económico, la organización política y la social, lo jurídico, lo estético,
lo religioso, lo moral, lo psicológico, lo lingüístico, lo geográfico...
En todos los pueblos hay esas fuentes vivas de información que son los viejos, los importantes viejos que vivieron tantas cosas y que no sólo pueden recordarlas sino que recuerdan también las cosas de sus padres... y es por eso que son como unos puentes invisibles que pueden llevarnos hacia el pasado. Para difundir el resultado de esta investigación militante y espontánea, hay muchos medios: una buena parte de ellos, a nuestro alcance: las carteleras de escuelas, liceos, universidades; las de la iglesia y/o casa parroquial o, como hicieron en un pueblo del Guárico: una cartelera-vitrina especialmente colocada en la plaza. Asimismo: prensa, revistas y folletos locales u otros medios que individuos y/o agrupaciones sean y son capaces de imaginar y crear y, más recientemente, el mundo maravilloso y mágico del ciberespacio.
No es cierto que desde la ciudad o desde la academia van a salir quienes escribirán la historia y realidad de nuestros pueblos. Hubo, hay y habrá excepciones, pero no son la norma. Basta que desde el pueblo mismo surja indetenible el deseo para que se comience y se consiga un apoyo no tradicional de cómo emprender una investigación científica y posible de hablarle al mundo desde nuestros pueblos, sobre nosotros mismos, sobre nuestros vecinos, nuestra historia...; para decirle a todos y a nosotros lo capaces que fuimos, lo incapaces que, en general, hemos llegado a ser y la capacidad de ser nuevamente capaces si deseamos volver a conquistarnos. Una ventaja que veo en este rescate y difusión de nuestro pueblo, es que se dotaría la enseñanza regional de la historia de un material, de información capaz de vincular al niño, al adolescente con su realidad inmediata. No podemos continuar vinculando al educando con realidades humanas hermosas, pero tan distantes de nosotros mismos que es casi imposible aprehenderlas. La historia no es caletre; la historia es -y tiene que ser- vivencia. Rafael A. Strauss K. [* Con algunas modificaciones respecto del original de 1983]
En todos los pueblos hay esas fuentes vivas de información que son los viejos, los importantes viejos que vivieron tantas cosas y que no sólo pueden recordarlas sino que recuerdan también las cosas de sus padres... y es por eso que son como unos puentes invisibles que pueden llevarnos hacia el pasado. Para difundir el resultado de esta investigación militante y espontánea, hay muchos medios: una buena parte de ellos, a nuestro alcance: las carteleras de escuelas, liceos, universidades; las de la iglesia y/o casa parroquial o, como hicieron en un pueblo del Guárico: una cartelera-vitrina especialmente colocada en la plaza. Asimismo: prensa, revistas y folletos locales u otros medios que individuos y/o agrupaciones sean y son capaces de imaginar y crear y, más recientemente, el mundo maravilloso y mágico del ciberespacio.
No es cierto que desde la ciudad o desde la academia van a salir quienes escribirán la historia y realidad de nuestros pueblos. Hubo, hay y habrá excepciones, pero no son la norma. Basta que desde el pueblo mismo surja indetenible el deseo para que se comience y se consiga un apoyo no tradicional de cómo emprender una investigación científica y posible de hablarle al mundo desde nuestros pueblos, sobre nosotros mismos, sobre nuestros vecinos, nuestra historia...; para decirle a todos y a nosotros lo capaces que fuimos, lo incapaces que, en general, hemos llegado a ser y la capacidad de ser nuevamente capaces si deseamos volver a conquistarnos. Una ventaja que veo en este rescate y difusión de nuestro pueblo, es que se dotaría la enseñanza regional de la historia de un material, de información capaz de vincular al niño, al adolescente con su realidad inmediata. No podemos continuar vinculando al educando con realidades humanas hermosas, pero tan distantes de nosotros mismos que es casi imposible aprehenderlas. La historia no es caletre; la historia es -y tiene que ser- vivencia. Rafael A. Strauss K. [* Con algunas modificaciones respecto del original de 1983]
Parte del material de apoyo en mis clases sobre historia de vida, historia de familias, Etnohistoria, antropología cultural que dictado en varias ocasiones UCV, UCAB Y en el diplomado sobre cronistas de la Universidad Nacional Experimental del Yaracuy, UNEY
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