Respuesta vegetal de luz y sombras...
Texto para el catálogo de la exposición
Fotografías de Luis Ramos Dormoy y una muestra de retratos anónimos sobre Los Palmeros de Chacao. Caracas, Concejo Municipal del Distrito Sucre, Comisión de Educación y Cultura, Biblioteca Municipal Raúl Leoni, marzo 1988. Centro Prestigio Giogio, PB, Av. Capitolio, Boleíta Norte.
Desde 1982 Luis Ramos D., diseñador y fotógrafo, comenzó a mirar la Semana Santa en Chacao a través de los lentes de su cámara y comenzó a atrapar para la memoria municipal, nacional, individual, colectiva, un pedazo de la tradición cristiana que nos remite a Cristo entrando al mundo entre vítores de palmas… Y desde 1984 ha dedicado la mirada de su afecto a exaltar en imágenes cuanto tenga que ver con Los Palmeros de su localidad, Chacao… Así, Luis Ramos ha venido a ser el fotógrafo de la gestación, del nacimiento, de la infancia de las cosas..., magia generosa que comparte con su oficio de diseñador… El feliz niño que lo habita suele rasgar la luz de los entretelones y hasta el momento le ha dado presencia y existencia magnífica a trabajos como Isabel -de María Inmaculada Barrios-, que sintetiza en un par de disímiles zapatos en la portada de ese libro diseñado por Luis... Manos de fotógrafo, luz del mago artesano que tejió esa idea esplendorosa de una máscara enorme que lo mira a uno como si fuese el lente de su cámara que escapó de sus manos para estarse preciosa y fascinante en su diseño de Psiquemas, un poemario de Gerardo Barrios. Antes de todo esto, Luis domesticó una mariposa, que hizo nido en el vientre de su cámara y la fue conduciendo por caminos de una luz que inventó y esa fue la respuesta de su ingenio a esa pregunta del grandote poeta Alberto Arvelo "¿que tendrá el cedro del cuatro, tan seco y echando flor?”, para un dossier sobre nuestro cuatrista Hernán Gamboa; y hasta le creó un jardín, húmedo, magistral, altisonante, a unos Cantos para que no muramos -también de María Inmaculada- y le ha hecho compañía fraterna a ese hombre que "un día hará correr un ferrocarril sobre un rayo de luz”, de nuestro siempre recordado Luis Luksic. Y Veredas de Cabras, poemario de Freddy Weffer, es libro que uno toma con recelo en sus manos para no espinarse los ojos cautelosos con esos cardones que crecen en la portada y ese calor queriéndose salir de esos médanos inventados en tinta… Y tantos otros libros desde entonces hasta ahora, diseñados con el prestigio y la paciencia de un artista…, como ése sobre la hallaca, de Beatriz Salamé, y El vínculo es la salsa, de Juan Carlos Báez, y Huésped de la neblina, de María Inmaculada Barrios, y La cocina árabe-siria de Olivia, por mencionar algunos…
Luis nos muestra hoy el placer de otro de sus trabajos, que ha venido gestando en varios años… La vegetalidad de su apellido parece mezclarse con la de una tradición que ha registrado Ramos en Chacao... y con ese lenguaje de luz y sombras Luis completa de manera atinada su varia e inmensa valoración de las cosas de los seres humanos, historiadas e historiados con recursos de amor, y conciencia de que el futuro se la pasa esperándonos con esa interrogante permanente de qué hicimos y he aquí un registro que es respuesta... /R. Strauss K./1988
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Durante veinte años se ha hecho un seguimiento fotográfico a una tradición que ha pervivido desde hace aproximadamente doscientos años. Se trata de la fiesta de Los Palmeros, que forma parte de la Semana Santa en el municipio Chacao, del estado Miranda.
Desde su nacimiento y a lo largo del tiempo, Los Palmeros se han convertido en una respetabilísima tradición, constituyendo el aporte popular a la universal liturgia de la Semana Mayor, especialmente en sus festividades del Domingo de Ramos.
Una afortunada combinación de elementos y la conciencia popular por lo bueno, tanto a nivel individual como colectivo, hicieron emerger la fiesta de Los Palmeros desde el ámbito mismo de la necesidad de contrarrestar con paliativos de promesas una peste u otros males allá por los tiempos coloniales.
La convicción popular de que lo prometido es deuda, inyectó siempre del mejor ánimo a grupos de personas que descubrieron formas idóneas, conservacionistas, magníficas de comunicarse y de entenderse con la naturaleza y la historia y con la divinidad y costumbres religiosas heredadas.
Aquella afortunada combinación incluye tanto los sentimientos de organizadores y seguidores de la fiesta, como un cuidado casi místico por El Ávila, lugar que dona, generosamente, las palmas a ser bendecidas en liturgia de Domingo de Ramos. Y Chacao, como espacio urbano que acoge y caracteriza a Los Palmeros, ha recibido hasta ahora los más caros cuidados de un numeroso grupo que ha deseado fortalecer la identidad local pedregalense para ofrecerla sin medidas. R. Strauss K./1988
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