Cátedra de Cultura Popular “Miguel Acosta Saignes” – Universidad Central de Venezuela – Dirección de Cultura – Sala de Conciertos – Caracas, 17 de abril de 1989 – Prof. Rafael A. Strauss K.©
Estamos hoy aquí para comenzar a recuperar las posibilidades de la cultura popular. A lo largo de muchos años –más de cuarenta, por lo menos– el conocimiento y la difusión de esa parte importante de la cultura venezolana se ha movido según los designios de instituciones oficiales que se han encargado –desde ópticas más bien personalistas– a convertir la cultura popular en simple objeto para el escenario populista, en confuso contenido de planes nacionalistas, en expectativas sin sentido para turistas fuereños y de aquí. Pero siempre, y paralelamente a esa forma sin frutos ni semillas fértiles que es la que ha caracterizado la concepción en Venezuela de la cultura popular, existió y existe una pléyade importante e imprescindible de estudiosos que apenas han tenido cabida en los intrincados espacios del trabajo y concepción oficiales de la cultura popular en Venezuela; y siempre, también, y afortunadamente, el pueblo ha estado allí, como fuerza que se ha resistido a ser mero objeto de estudio, a entregar la esencia de su hacer, la esencia de su cultura, la presencia de su ser, porque estos contenidos de la cultura popular son, en efecto, los que muy pocos hemos comprendido; y si es cierto que la concepción oficial nos ha llenado de monografías sobre manifestaciones festivas populares, no es menos cierto que cuanto nos han entregado bajo esa forma, parecen más bien especies de fósiles de expresiones que por definición son dinámicas.
Y es que entre otras cosas, se ha ignorado, sin explicación alguna, la fuerza metodológica de disciplinas como la historia, la antropología, la sociología, la etnohistoria. Se ha carecido –y esto es característico– de una concepción multidisciplinaria para aprehender la expresión del sector popular de nuestra cultura, que no es sólo la manifestación festiva religiosa o no religiosa, ni la expresión artística en todas sus modalidades, sino cuanta organización para la vida ha diseñado el pueblo y toda su rica expresión filosófica y esa particular concepción del colectivo vivo y en la práctica que el pueblo siempre ha exhibido… Y las universidades nacionales, principalmente la Central de Venezuela, que en un momento detentaron esa actitud crítica que debe asumirse ante las cosas de los seres humanos –es decir, ante nosotros mismos– tuvieron en su actividad permanente, en sus proyectos, en la difusión de su quehacer, una especial atención por el pueblo. Lo demuestra, entre otras cosas, un cúmulo de proposiciones que reposan en las páginas de una buena parte de sus publicaciones. Esto se fue perdiendo, lo que significó, en la práctica, que las instancias y políticas creadas, diseñadas y mantenidas por el Estado venezolano para atender la cultura popular fortaleciesen sus limitadas pero apoyadas labores sobre dicha cultura. Esta situación aún persiste y la fallida oposición que hemos intentado hacerle ha evidenciado, por lo menos, dos cosas: lo arraigado que están aquella limitación y aquel apoyo y lo dispersos que estamos quienes entendemos lo popular de manera diferente a como tradicional y oficialmente se ha entendido en Venezuela.
Pero la Universidad necesita recuperar sus vínculos con lo popular. Además de las recientes actividades que en este campo ha llevado a cabo la Dirección de Cultura en las atinadas manos de Ocarina Castillo, un grupo de personas hemos decidido contrarrestar la dispersión que hemos mencionado y estamos intentando unir trabajos, opiniones, esfuerzos colectivos e individuales, en torno a una suma de afortunadas circunstancias que se han hecho presentes y cuyo primer resultado hemos venido a bautizar con el nombre de Cátedra de Cultura Popular “Miguel Acosta Saignes”, en insuficiente pero sentido homenaje a la memoria y obra de ese amigo que hasta hace pocos días estuvo físicamente con nosotros: de ese maestro que, entre otras tantas cosas, propusiera en 1967 la creación en la UCV de lo que entonces llamó Cátedra de Folklore.
La Cátedra de Cultura Popular “Miguel Acosta Saignes”, dependiente de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, quiere ser depositaria del registro de experiencias populares colectivas e individuales, principalmente nacionales. Somos conscientes de la revisión a la que deberá ser sometida una serie de materiales de estudio que por circunstancias que hoy no abordaremos han venido ocupando en la bibliografía de la cultura popular de Venezuela un lugar que no les corresponde. Paralelamente a esta labor crítica de asedio multidisciplinario, va a ser necesario difundir trabajos, autores y otros aportes que fueron sacados de circulación o que han sido poco difundidos. Parte de ese asedio deberá contar con la incorporación de una serie de proposiciones y teorías que estudiosos de lo popular de otras latitudes y de la nuestra han expresado en diferentes medios y que en Venezuela poco se conocen, excepto en círculos muy restringidos. Para ello aspiramos contar con un espacio que permita reunir este material especializado así como su consulta y reproducción por parte de los interesados.
La Cátedra se ocupará, además, de generar eventos que permitirán, entre otros objetivos, involucrar a las nuevas generaciones en el conocimiento científico de la cultura popular de Venezuela. Los que se tienen previstos han sido concebidos como eventos didácticos, como momentos de esparcimiento y como motivo para difundir el trabajo que muchos interesados y estudiosos hemos venido realizando pero que se desconoce. Una de las bases de esta proposición intenta exhibir la convicción que tenemos en la Cátedra de que debe ser el mismo pueblo el que preserve su cultura, el que la estudie para su necesaria sistematización; el que la difunda, el que la fortalezca; el que participe de su propia transformación. Porque el pueblo no necesita de gendarmes que lo que han hecho es apropiarse de su cultura en la forma de libros, de exposiciones, de informes de viajes, de grupos llamados de proyección y de otras formas de apropiación, cuyo aspecto más negativo es que el propio pueblo no participa de esta estructura de estudio, de difusión… y cuando lo ha hecho ha sido por la vía de la imposición de programas y/o de proyectos que no toman en cuenta el contexto sociohistórico en el que se produce lo que el pueblo crea.
Otra área no menos importante será la de las asesorías, especialmente al sector estudiantil. La Cátedra dispone, y estamos seguros que su número crecerá, de profesores, estudiantes y empleados, cuyo aporte será decisivo. Estamos convencidos de que es necesaria una transformación esencial de los métodos y técnicas de investigación de la cultura popular hasta ahora imperantes y la universidad en general, por definición, y la universidad venezolana, en particular, por tradición, puede ser la llamada –como lo ha venido haciendo, pero tímidamente– a ofrecer un proyecto de conocimiento, de preservación, de difusión, de comprensión de la cultura popular de Venezuela. Por su población misma, las universidades venezolanas concentran en su seno y en su práctica, particularmente las universidades públicas, las inquietudes de jóvenes provenientes sobre todo del pueblo, de tal manera que todo cuanto se haga en ellas para concientizar a sus miembros sobre la enorme y bella y definitiva valía de la cultura popular, es una inversión segura de futuro humano que es lo que estamos necesitando en Venezuela, que es una de las armas con las que podemos comenzar a vencer la subutilización de nuestra inteligencia de pueblo. Debemos propiciar la idea de que la cultura popular no debe ser sólo un objeto, un sujeto de estudio sino también una permanente vivencia, y esta es una de las convicciones que la universidad debe sembrar en sus miembros.
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