jueves, 27 de octubre de 2016

Hernán Gamboa, por Rafael Antonio Strauss K. Cuatro caminos infinitos y catorce esperanzas que despiertan©


Cuatro caminos infinitos y catorce esperanzas que despiertan© Prólogo al dossier de Hernán Gamboa, “¿Qué tendrá el cedro del cuatro, tan seco y echando flor?”, Caracas, Derrelieve, 1984, por Rafael A. Strauss K. Pieza promocional una vez que Hernán se retira de Serenata Guayanesa.

En las manos de Hernán Gamboa el Cuatro se engalana de siempres y cada ejecución de ese instrumento transparenta la trayectoria de este insigne cultor habitado de música. Su arte ya es eterno porque Hernán es eterno. Compuso su vocación como una melodía permanente y en cada uno de sus tantos trabajos nos regala una labor de años. Hernán ya no es de un solo sitio; es del mundo que habita en Venezuela. Su arte ha roto los espacios pequeños y ha crecido en las ansias de comprobar la dignidad del Cuatro. La esbelta artesanía de este ancestral cordófono revienta en flores, retando la aparente sequedad de la madera, salpicada por cuatro caminos infinitos y catorce esperanzas magistrales sobre las que los dedos se pasean como un acto de magia que despierta gigantes. La otra mano rasgapuntea en lluvia de cosquillas, en cascada sonora de cuerdas, dedos y resonancia sobre la vegetal antropomorfa feminidad del Cuatro.

Hernán siempre fue música. No es ésta la ocasión para contar su historia y, sin embargo, su inquieta trashumancia nos obliga a meternos en sus propias palabras para evocar su itinerario acompañando al padre, el Coplero Carmito, en los escenarios de fiestas y trabajo por donde andaban. Hernán comienza entonces un juego con la historia y su vida: administra su infanciadolescencia poblando sus bolsillos y manos con guarales y trompos, papagayos, zarandas... ; ampliándosele el mundo; en sus manos un Cuatro, Carmito al lado, sus coplas agigantándose en su voz y en la de otros cantadores; aquí un Joropo, por allá Polos y Estribillos... Hernán aprendió en la naturaleza la difícil misión de ser hombre y artista. Y ello no fue en vano, pues ahora tenemos a un cultor que empeñado en hacerse de un lugar en la historia con la de la cultura y el arte venezolanos, ha elegido el Cuatro como su instrumento de trabajo y desplegando una imaginación fructífera y creativa y aprovechando un arsenal de recursos técnicos y la sólida experiencia que ha acumulado desde hace tantos años, nos ofrece a cada instante un trabajo que es producto de su amor y admiración por ese ensamblaje fascinante que en el campo de la música venezolana ha venido conformando nuestro pueblo. Admiración que trasciende la cómoda postura a la que incita el farandulismo de la fama, a pesar de que Hernán es artista famoso. No se esperaba menos: para ambas cosas, Hernán fue nutriéndose con niños que jugaban, que imaginaban y disfrutaban héroes; con hombres trabajadores de nuestros campos, ríos y costas, contadores de historias, fabuladores, con mujeres cocineras y cuidadoras del predio familiar; con su madre Carmencita. Su casa, una versión pequeña de nuestra Venezuela popular, fue inagotable fuente que inspiró tanto al hombre como al artista que cobijan a Hernán. En sus manos, siempre, la Venezuela musical en cuatro cuerdas, en su inmensa riqueza, ahora inagotable, expresándose en la increíble variedad de sus ritmos. La universalidad que lo habita ha permitido a Hernán el arreglo de composiciones latinoamericanas, conjugando en su Cuatro la unidad y la variedad sonoras de este gran continente. Tiene en su repertorio versiones de viejos valses franceses y piezas españolas, italianas y portuguesas. Actualmente, Hernán incursiona con su arte dentro M mundo clásico componiendo rondós, minués, contradanzas y caprichos españoles. Con elegancia y popular manera ha poblado de música los mundos de los niños M mundo, creando y recreando canciones; facilitando un método que es abrir nueve páginas mientras el disco suena y uno abraza su Cuatro, su esperanza, la magia real de una música infante que en las manos de Hernán se ha hecho mariposa de vida, que hasta revolotea sobre adultos. Compositor amable, de versación poética y fluida, y cantor de esos que llaman recios; acentuador de sílabas de pueblo. Para constatar su amplitud y dominio basta con acercarse a uno de sus conciertos o escuchar cualquiera de sus discos como solista o alguno de los que ha grabado en compañía.

Quizá la procedencia española del cordófono en manos del sector más dinámico de la conquista y colonización de Venezuela, signó desde entonces el destino geográfico del Cuatro. Podrían aventurarse las ciudades coloniales de Coro y Cumaná como dos grandes puntos de difusión primaria del Cuatro en Venezuela. Estudios detallados de casos y de los procesos que generaron tal dispersión, podrían explicarnos la variedad de cordófonos en el occidente y en el oriente venezolanos, atendiendo a todas las variables que participan en los procesos difusorios. No se dejaría de lado, por supuesto, la parentela colateral o consanguínea que pueda establecerse entre nuestro instrumento y otros cordófonos.

Sobre el Cuatro se han dicho muchas cosas pero no todo el mundo está en condiciones de hablar sobre él. Por su importancia para la identidad popular, sería deseable un conocimiento más amplio. No puede defenderse lo que se desconoce. La escasa información está dispersa y las distintas investigaciones emprendidas han sucumbido ante el virus de la inconstancia y el desánimo. De aquella información hemos hecho una apretada síntesis, por razones de espacio, que señala, sin embargo, algunas líneas posibles para retomar la investigación. Gamboa mismo, tiene como una de sus preocupaciones inmediatas la conjunción de su experiencia como cultor natural con la que pueda ofrecer la sistematización científica de¡ conocimiento. Ha dado ya un gran paso al haber fortalecido la venezolana omnipresencia del Cuatro, sin que su gran labor niegue la magistralidad de otros instrumentos en nuestra música.

El Cuatro llega a España en manos de los sapientes árabes. Sin que los estudiosos lo hayan sobresacado en sus estudios más serios, debemos por ahora apegarnos a la historia de la guitarra actual como una manera de encontrar elementos para la del Cuatro. El origen de aquélla se expresa en dos teorías: que nace en el Próximo Oriente o que deriva de la Fidicula, un pariente cercano de la Rota Galica que nace, a su vez, de la Lira Griega. Su nombre fue Qitara, árabe, transcripción libre de Kithara, vocablo griego. Para el s. XII podían distinguirse dos tipos de guitarras: la morisca, familia de mandolas y laúdes y la latina. Esta produjo la vihuela, de posición social aristocrática, dotada de seis cuerdas, y la guitarra, con cuatro cuerdas, de tamaño menor y usada por el pueblo, y cuyo nombre y uso fue el que prevaleció a comienzos del s. XVII. En su desarrollo, la vihuela se tocaba indistintamente con pajuela (v. de péndola o peñola) y con los dedos (v. de mano). El perfeccionamiento de esta técnica punteada, favoreció el juego polifónico. En España, una de las madres de nuestra cultura, la guitarra de cuatro órdenes se impuso en el siglo XVI, resplandeciendo en extensión y uso en el siglo XVII. Antes, sin embargo, el Maestro de Capilla de los Reyes Católicos, Salinas, añadiría al instrumento una quinta cuerda y a comienzos del XVII Vicente Espinel agregó la sexta, bordón o espinela. En el s. XVIII se la consideró instrumento plebeyo y se la apartó de la música aristocrática. Resurgirá a principios del XIX pero con cambios sensibles: el Hermano Basilio, monje cisterciense del Convento de Madrid, y que fuera maestro de la reina María Luisa, esposa de Carlos ¡V, elevó a siete el número de cuerdas haciendo revivir la antigua técnica del punteado que había sido sustituida por lo que se llamó el "rasgueado populachero". Algunos datos sobre la afinación indican que a comienzos del s. XVII existía una guitarra con cuatro cuerdas dobles afinadas en DO, FA, LA, RE o en FA, SI, RE, SOL. Antonio Lauro apunta una antigua afinación en LA, RE, FA#, Si y otra en SOL, DO, MI, LA, Las cuatro formas son del tipo ascendente, en tanto que la actual LA, RE, FA#, Si Octava Baja, es de carácter descendente. Esta afinación, que se conoce popularmente como CAM-BUR-PIN-TON, es la más extendida en Venezuela. Hernán la ha hecho suya, y con su arte y ella ha negado afirmaciones facilistas de que cam-bur-pin-tón, limitaba las posibilidades del Cuatro. Nunca fue así, de hecho, y con Hernán lo es menos. Su repertorio endulza evocaciones en adultos y exhibe en grande la grandeza del Cuatro. Hernán acalla voces agoreras sobre la taita de creatividad de nuestro pueblo y no conforme con difundir el Cuatro como se conociera, lo ha elevado a las alturas de la orquesta, a la magnificencia de su rasgapunteo y uno dice: gracias, Hernán, por existir..., gracias por tu labor ... ; gracias te dan los niños, sobre todo, por ese tu universal regalo permanente de tu hermosa versión metodológica para aprender el Cuatro; y gracias, te decimos, quienes trabajamos por la cultura popular porque con tu labor enriqueces la noble argumentación que fortalece y dignifica a Venezuela en su pueblo. 

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